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El variado crisol de culturas y creencias que existen en el mundo son la principal fuente de conocimiento de la Naturopatía y las terapias naturales. Su origen, por tanto, es lejano en el tiempo. Y dicho conocimiento está fundamentado en experiencias adecuadamente ordenadas.
A pesar de su origen pluricultural, existe una coincidencia pasmosa en los rasgos de sus filosofías como son: el respeto a la Naturaleza, a la cultura de los pueblos, a la vida, a la autogestión de la salud, a la libertad de expresión y de asociación, y a la espiritualidad.
La expresión cósmica en el individuo viene definida por la espiritualidad. En las antiguas tradiciones médicas, trabajar la espiritualidad se hacía desde la creencia o la religión.
La salud es un valor que hay que cultivar. Alguien puede pensar que la salud es un derecho, entonces, esa creencia, paradójicamente, le puede llevar a enfermar, porque mediante esa visión no se implica en la realización de actos saludables.
Entonces, ¿a causa de qué enfermamos? Esta pregunta, como supondrán, no tiene una sola respuesta. Las causas dependen de cómo se evalúa a la persona enferma. En Naturopatía se considera que cuando el ser humano se desvía de sus necesidades y funciones, y vive a espaldas de la Naturaleza, la enfermedad no se hace esperar. Recuperar la salud consiste en desandar el camino mal andado, siempre que sea posible.
Para estar sano y sentirse bien, debe vivirse de una forma determinada. No cabe duda de que algunos personajes, que hoy en día son imprescindibles para conocer la Naturopatía, tuvieron una visión futurista sobre esta cuestión, pues gracias a sus observaciones y práctica, podemos comprender y repetir sus saludables experiencias.
Hipócrates valoraba, por encima de otras cuestiones, el futuro de la persona enferma (lo que llamamos pronóstico), también la edad de las personas en relación con sus enfermedades, el lugar geográfico donde se vivía, la calidad de los alimentos, del agua, y no la cantidad, las maneras que la persona tiene de responder ante la adversidad; lo que llamaríamos posteriormente existencialismo y humanismo, dos interesantes corrientes modernas de pensamiento.
Hildegard, de cultura cristiana, valoraba la existencia de un Dios interior con expresión cósmica en visiones, y el desarrollo de los sentidos en un momento de ignorancia sensorial como fue la Edad Media. Recurrió a la música para elevar el espíritu y la virtud con el fin de consolidar las relaciones humanas. Los minerales, las piedras preciosas y semipreciosas, el color y la luz, las plantas y una cocina saludable la acompañaron toda su vida, lo que nos permite comprender su interés por el antiguo conocimiento sepultado con la caída de la Roma pagana.
En la tradición griega, Hygea, hija del Dios de la medicina (Asclepias), protegía a los humanos de la enfermedad; para ello, les enseñó a estar conectados con el cosmos (Olimpo), a pensar y sentir de manera coherente, y a vivir respetando y cuidando las funciones corporales; actualmente le llamamos higiene de vida o prevención, en recuerdo a esta diosa.
Perls, conocido psicólogo, nos decía: “la mayor parte de nuestra lucha por la vida es pura fantasía. No queremos convertirnos en lo que somos. Queremos ser un concepto, una fantasía, aquello a que debiéramos parecernos”.
Y, en 1977, en la Conferencia Internacional de las Naciones Indias en Ginebra, los Iroqueses del Gran Árbol de la Paz dijeron, entre otras cosas, lo siguiente:
“Invitamos a los países de Occidente a despertar la Conciencia. La destrucción de las culturas y de los pueblos nativos es el mismo fenómeno que aquel que ha destruido y destruye todavía la vida sobre el planeta” … “Creemos que todas las cosas vivas son seres espirituales. Los espíritus pueden expresarse bajo forma de energía traducida en materia. El espíritu de la hierba es esa fuerza invisible que produce las especies de hierba y se nos manifiesta bajo la forma de Hierba Real…” “Recordemos que la mayor parte del mundo no tiene sus orígenes en la tradición occidental, sino que hunde sus raíces en el Mundo Natural con sus tradiciones, que deben prevalecer si queremos desarrollar sociedades auténticamente libres e igualitarias” …
Pues bien, no debemos olvidar que la Naturaleza es una comunidad de seres que comparte un sin fin de parámetros, así como los mismos elementos. ¡Todos contamos en esta gran familia!
Gustau Pau
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