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Llevamos demasiado tiempo los humanos conviviendo con la inquietud y la inestabilidad, las causas son tan variadas que nos es difícil señalar si esas o aquellas son las más perjudiciales. Los antropólogos así como sociólogos y biólogos nos están diciendo que en escasos años viviremos y trabajaremos con formas tan nuevas que algunas todavía no tienen nombre y no han sido creadas. En poco tiempo los humanos estaremos de lleno en una sociedad diferente a la conocida, y no es casual, que los filósofos también digan que habrá que analizar y profundizar las nuevas realidades, las cuales afectaran a las personas tanto en su vida personal como en la social.
La realidad de un presente cambiante e inestable y la inquietud que produce el futuro más cercano crea dudas, miedos e inseguridades en las personas y creando sociedades poco solidas, ha esta realidad, la conocemos por estrés. Cuando padecemos el estrés demasiado tiempo, este altera de manera directa a la homeostasis (biológica fisiológica y emocional) del organismo. La OMS ya nos advirtió que el estrés es lo que más vamos a sufrir las personas en este siglo XXI.
Los ciudadanos que convivimos en esta casa común llamada Tierra, sabemos por experiencia individual o ajena que el estrés es la antesala de enfermedades psíquicas y emocionales, que pueden derivar en alteraciones de las células y en el mal funcionamiento de estas. Las personas necesitamos encontrar con cierta premisa un tiempo para escuchar el silencio, hay demasiado ruido externo a nuestro alrededor, el cual hace crecer un nocivo ruido interno en el cerebro. El silencio regala quietud mental, sosiego de espíritu, fortalece la reflexión personal y activa la motivación, solo así podremos afrontar los desafíos de los nuevos tiempos, que están repletos de inseguridad e inquietud pero también de esperanza. El estrés, con el silencio interior se desvanece.
Las personas buscan tener una buena salud del psiquis y del soma con la práctica de todo tipo de técnicas y métodos, para encontrar el equilibrio intrínseco y defenderse del estrés, son técnicas que dan excelentes resultados, pero no son suficientes. Nos hace falta a muchos ciudadanos de esta sociedad globalizada, tener un mayor contacto y dialogo silencioso con la naturaleza, para armonizar nuestros ritmos circadianos, nuestros horarios laborales, así como el tiempo dedicado a la familia, con las leyes que rigen a la naturaleza de la cual somos parte. Romper el movimiento coherente de nuestras células y su campo biofotonico no hace otra cosa que debilitar la homeostasis (biofisiologica, emocional y energética), y más pronto que tarde aparecerá el estrés o la enfermedad. La sociedad moderna vive y fomenta el estrés. ¿Queremos vivir de esta manera?
El silencio y las curas de aire en espacios naturales (leer el artículo: La efectividad terapéutica de las curas de aire en el estrés) son el mejor apoyo para cualquier tratamiento médico que se esté siguiendo para superar los efectos del estrés, y también es la mejor prevención para alejar los ruidos y las tensiones que desestabilizan el funcionamiento del cerebro. El silencio y las curas de aire armonizan con naturalidad los ciclos circadianos de las personas y las leyes naturales que nos rigen. Cuando se practican estos dos actos tan sencillos, el ser humano tiene conciencia de que protege su salud y que se reencuentra con una sensación de paz y libertad genuina. Eckhart Tolle en su libro “El silencio habla” dice: El equivalente del ruido externo es el ruido el ruido interno, el equivalente del silencio externo es la quietud interna.
Texto: Semi Colominas. Terapeuta naturista y manual experto en Quiromasaje